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La llamada

De sólo pensar en escribir “la llamada del ex” me duele el estómago, siento mucho por mi cabeza, por mi corazón. Ojalá sintiera ganas de irme al baño pero no, no es exactamente lo que sientes ... sientes que te agarran de los tobillos y te cuelgan de los pies, con el corazón en la garganta junto con las miles de palabras que quieres vomitar.  ¿Qué se supone que deberíamos hacer? Sí , deberíamos porque ya muchas otras anteriores hicimos lo que sentimos y salimos dañadas, traicionadas o simplemente menos completas que antes. Ahora es "deber que", es "tener que".  Ahí estoy yo, frente al teléfono, con segundos para decidir que 1) mientras mi iluso corazón quiere contestar y declarar en fantasía que nada ha pasado y todo sigue igual 2) reconoces que si pasó mucho y piensas no contestar.  Ahí estás tú y nadie más que tú con tu decisión. No juzgo si prefieres uno o dos. He elegido ambas opciones en más de una oportunidad, aún cuando sé que siento por la otra persona...

Sigo caminando

Ahí estaba yo frente a esa escalera de piedra, sencilla pero con personalidad. Un lindo desafío es subirla de manera leeenta leenta, disfrutando cada paso, cada peldaño. Eso es exactamente lo que siento, como disfrutar cada bocado de tu plato favorito esperando que nunca termine, rogando que sea eterno...la esperanza desaparece y simplemente dejas ir, tienes la sensación de que queda poco, que se acabará pronto y no hay nada que pueda hacer, pues lo intenté, mil veces lo intenté. Vuelvo a mi cuerpo, vuelvo a mis pies y la música empapa mis oídos: un piano acompaña cantos en italiano con voces graves y decididas. Respiro profundo, grabó el momento en mi, en mis recuerdos... Cada paso es una cucharada del plato favorito de alguien, cuando llegue arriba todo habrá terminado, la música disminuirá, ya no contemplaré la escalera y así fue. Llegué. Arriba me esperaron ramas crujientes que hacen sentir mis pies vivos nuevamente. Terminó. Sigo caminando.