La llamada
De sólo pensar en escribir “la llamada del ex” me duele el estómago, siento mucho por mi cabeza, por mi corazón. Ojalá sintiera ganas de irme al baño pero no, no es exactamente lo que sientes ... sientes que te agarran de los tobillos y te cuelgan de los pies, con el corazón en la garganta junto con las miles de palabras que quieres vomitar.
¿Qué se supone que deberíamos hacer? Sí, deberíamos porque ya muchas otras anteriores hicimos lo que sentimos y salimos dañadas, traicionadas o simplemente menos completas que antes. Ahora es "deber que", es "tener que".
Ahí estoy yo, frente al teléfono, con segundos para decidir que
1) mientras mi iluso corazón quiere contestar y declarar en fantasía que nada ha pasado y todo sigue igual
2) reconoces que si pasó mucho y piensas no contestar.
1) mientras mi iluso corazón quiere contestar y declarar en fantasía que nada ha pasado y todo sigue igual
2) reconoces que si pasó mucho y piensas no contestar.
Ahí estás tú y nadie más que tú con tu decisión. No juzgo si prefieres uno o dos. He elegido ambas opciones en más de una oportunidad, aún cuando sé que siento por la otra persona mucho más de lo que me gustaría sentir.
Y sí, finalmente, siempre termino con la misma conclusión: seguir mi corazón e intuición. Si creo que es bueno para mí elijo esa opción. Si creo que no es lo mejor para mi, pero aún así lo quiero...lo hago consciente y pensando en mi bienestar, dale contesta. Seré yo y nadie más que yo quien se verá nuevamente a sí misma vulnerable o con más paz.
Pienso en la satisfacción de largo plazo y aunque muchas veces me tenté y contesté la llamada , ya no es lo mismo, yo no soy la misma, ahora me tengo a mi, en mi versión evolucionada, pues soy mi propia revolución.
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