Entradas

Píldora de coraje 1

  ¿Qué hay en esta garganta? ¿Qué hay que cuesta tragar? definitivamente algo hay ahí. La pregunta es qué sentimiento se aloja hoy en la mañana sin previo aviso. ¿Qué tengo que decir? ¿Qué tengo miedo de decir o de aceptar?. Levantarse con un peso en la garganta, algo no está bien conmigo, pero ¿por qué? si ayer estaba con una gigante sonrisa en la cara, tanto que dolían las mejillas de felicidad, tanto que estuve por horas sentada en la orilla del mar, acostada sintiendo que el mar tocaba mis pies y me llenaba de bonita calma. Hoy me levanté con mi garganta queriendo gritar cosas que no sé donde estaban guardadas, sólo sé que están y que no puedo dejarla ahí. Mi cuerpo me está hablando, me está gritando, dando señales...respiro profundo hasta llenar mis pulmones, para soltar, soltar imaginariamente todas esas sensaciones que tengo, sin embargo siguen ahí, como fantasmas, como susurros. Me veo cayendo a la parte más baja de la montaña rusa de la vida, allá voy de nuevo porque ha...

Día 0 - Día 85

Cuando deje de sentir que: “tenía” que comprar algo, “tenía” que comer algo, “tenía” que hacer algo... cuando sentí que podía caminar o correr bajo la lluvia y que no pasa nada si te mojas o quedas completamente empapada... ahí, en ese momento ví en lo tangible, en el día a día que estaba completa. No hay ningún vacío que llenar, no hay de qué preocuparse tanto, es más fácil de lo que parece y como repite mi flatmate “la vida es liiiiinda” Mucho cambió en sólo dos meses, entre algunas de ellas cambió mi alimentación, un día dije no más, no más comida full procesada, no quequitos, no galletas, no chocolates ni felicidad instantánea a través de la comida y empecé a moverme, volví a mi rutina de ejercicios, me dije y prometí que no miraría atrás, que este camino que tomaba es sin retorno, por mi y nada más que por mí. Tomé la decisión de cuidarme a todo nivel, de llevar al siguiente nivel lo plena que ya me sentía y que las fotos demostraban, porque sí, fueron dos meses con una c...

La llamada

De sólo pensar en escribir “la llamada del ex” me duele el estómago, siento mucho por mi cabeza, por mi corazón. Ojalá sintiera ganas de irme al baño pero no, no es exactamente lo que sientes ... sientes que te agarran de los tobillos y te cuelgan de los pies, con el corazón en la garganta junto con las miles de palabras que quieres vomitar.  ¿Qué se supone que deberíamos hacer? Sí , deberíamos porque ya muchas otras anteriores hicimos lo que sentimos y salimos dañadas, traicionadas o simplemente menos completas que antes. Ahora es "deber que", es "tener que".  Ahí estoy yo, frente al teléfono, con segundos para decidir que 1) mientras mi iluso corazón quiere contestar y declarar en fantasía que nada ha pasado y todo sigue igual 2) reconoces que si pasó mucho y piensas no contestar.  Ahí estás tú y nadie más que tú con tu decisión. No juzgo si prefieres uno o dos. He elegido ambas opciones en más de una oportunidad, aún cuando sé que siento por la otra persona...

Sigo caminando

Ahí estaba yo frente a esa escalera de piedra, sencilla pero con personalidad. Un lindo desafío es subirla de manera leeenta leenta, disfrutando cada paso, cada peldaño. Eso es exactamente lo que siento, como disfrutar cada bocado de tu plato favorito esperando que nunca termine, rogando que sea eterno...la esperanza desaparece y simplemente dejas ir, tienes la sensación de que queda poco, que se acabará pronto y no hay nada que pueda hacer, pues lo intenté, mil veces lo intenté. Vuelvo a mi cuerpo, vuelvo a mis pies y la música empapa mis oídos: un piano acompaña cantos en italiano con voces graves y decididas. Respiro profundo, grabó el momento en mi, en mis recuerdos... Cada paso es una cucharada del plato favorito de alguien, cuando llegue arriba todo habrá terminado, la música disminuirá, ya no contemplaré la escalera y así fue. Llegué. Arriba me esperaron ramas crujientes que hacen sentir mis pies vivos nuevamente. Terminó. Sigo caminando.

Campeones del cumplimiento

¿Qué tan importante es sentirnos ganadores? Que le ganamos a la vida, al contexto, a la mente. Hay veces que la desafiamos llegando al límite, todo para lograr nuestros propósitos. ¿Realmente estamos ganando? Creo que estamos perdiendo… perdiendo parte de nosotros al exigirnos, al correr, al cumplir expectativas (algunas ajenas), al tratar de llevar bien puestas esas etiquetas y sus propósitos aunque no nos sintamos parte de él o comprendamos que significa para nuestras vidas. Todo esto e incluso no sentirnos plenos. Prefiero ir con calma, mirar desde arriba, escuchando las señales del universo, escuchando al tiempo, al viento, a mi corazón. Quizás en esos micromomentos es cuando más confío en mí y en mi intuición y si bien, existen momentos de caos, son esos momentos de cuestionamientos los que agradezco infinitamente porque es en ese punto en el que te ves dando un paso más adelante, reaccionando diferente a la vez pasada, creciendo o madurando como otros dirían. Esa es mi verd...